Entrevistamos a la diseñadora francesa instalada al mando de una marca de accesorios exclusivos.
Sophie Lacombe tiene 31 años, es francesa, gemóloga y creadora de NUE Joaillerie, la firma de joyería con sede en Palermo a la que cuida como a un hijo desde la Côte d’Azur. En Le Banana conocemos su historia y su universo de plata 925, oro 18 quilates, platino y gemas.
Sophie hizo pasantías en Chanel y Balmain y trabajó en Van Cleef & Arpels, en marketing de tiendas y visual merchandising. Durante una entrevista laboral en Dubai conoció a su ex pareja. El trabajo no se dio, pero la relación con el argentino sí. En 2015 se mudó a nuestro país, donde decidió fundar su marca de piezas atemporales, hechas a mano y por encargo.
“Me encantó la vida en Argentina, es mucho más relajada. Buenos Aires tiene algo de Europa y América del Sur, para mí es el match perfecto de las dos culturas”, comenta Sophie, quien justo antes de que se desatara la pandemia, decidió volver a Francia para vivir cerca de su familia y dirigir su proyecto a la distancia.
¿Cómo se te ocurrió estudiar gemología?
Tengo una pasión por la joyería étnica. Mi padre es científico y cuando era pequeña, él viajaba mucho, iba a países como África y Perú y volvía con joyas étnicas. Después, empecé a estudiar administración de empresas y tuve un profesor que había lanzado una marca de relojes de alta gama en Suiza. Le dije que quería trabajar con él y me dijo: “Si querés entrar en este mundo, sí o sí tenés que tener el diploma en gemología.” Así que terminé administración y luego hice el curso de gemología, que es el estudio técnico de las piedras, en Londres.
Trabajaste en Van Cleef & Arpels, Balmain y Chanel. ¿Cómo es ser parte de esas marcas de alta joyería?
Es un mundo que te hace soñar. Después también hay una realidad, que es que se trabaja muy duro en estas casas. Me di cuenta que lo te hace soñar, es porque hay mucho trabajo detrás, no hay secretos. Un poco me preguntaba si quería eso para mi vida.
¿Cómo comenzaste tu proyecto en Argentina?
Fue un proceso lento porque sabía dónde quería ir, pero no encontraba el camino. En Francia no hay muchos emprendedores, en cambio en Argentina dicen “Bueno, inventemos algo y vemos qué pasa”. Nosotros los franceses no tenemos esa mentalidad, tenemos que tener todo muy armado antes de lanzarnos, creo que por eso me resultó un poco difícil arrancar. No encontraba el joyero que pudiera seguir mis ideas, estuve más de un año buscando talleres, proveedores con la calidad y todo lo que me imaginaba que mi marca tenía que tener. Fue un camino largo pero necesario para llegar a donde quería llegar. Y me di cuenta que en Argentina existe el saber hacer, pero como nunca tienen la oportunidad de hacerlo, hay que empujarlos un poco y son muy buenos.
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¿Y cómo encontraste tu camino?
Caminando por la calle Libertad, preguntando, por el boca a boca. Adopté la mentalidad argentina y dije “Si no encuentro el camino, lo hago igual”, eso es muy de acá y me encanta. Empecé a traer joyas de Francia que vendía en Buenos Aires, para poder mostrar lo que a mí me gustaba. Así se acercó el primer joyero con el que trabajé, que me ofreció producir en Argentina lo que estaba vendiendo. Ahí ya tenía una base de clientas fieles y había entendido a la usuaria argentina, entonces lancé mi marca.
Contame sobre el nombre, Nue Joaillerie.
Tiene que ver con que me gusta todo lo que es minimalista y simple. Tenía una visión de la marca con mucha piel y la sensualidad de la mujer que no necesita más que su piel y una joya. Entonces me decidí por nue, que en francés quiere decir desnuda. Es lo que intento traducir también en la imagen y el universo, que es muy natural, con mucha sensualidad, siempre tratando de hacerlo de la manera más fina posible.
¿Hay alguna pieza de tu marca que te represente más y por qué?
Los collares de elefantitos son especiales para mí porque los hice para mi mamá, con quien fuimos a África y representan nuestra relación. Después amo todas mis piezas, pero el elefante tiene mucho sentimiento.
¿Qué valor le das a la sustentabilidad?
Trabajo con oro reciclado, son piezas antiguas que se funden y se recuperan. Me gusta porque es un metal precioso que nunca pierde su valor. Además, trabajo sin stock, a pedido, porque no quiero hacer grandes cantidades que a veces no se venden. Soy muy de reciclar y de comprar de segunda mano también para usar yo, en mi vida.
¿Actualmente en qué estás trabajando?
Como nunca hago colecciones, siempre agrego piezas a una colección permanente. Ahora estoy trabajando en una pulsera de oro, es un hilo muy simple con un diamantito y también voy a hacerla para hombre con onix, toda negra. Me parece que me olvidé un poco de los hombres hasta ahora, porque me preguntan pero no compran tanto. También acá en Francia intento crear una nueva marca, adaptada al mercado europeo.
¿En qué se diferencia el usuario argentino del europeo?
El mercado en Europa está mucho más saturado que en Argentina. Entonces mi idea es encontrar un nicho que represente a la marca en Francia, quizás no tener una gama tan grande, sino enfocarme en un producto en particular. Todavía lo estoy analizando, haciendo prototipos.
LB Top Five
Una ciudad: Londres
Un hotel: Hôtel Costes de París
Una serie: Peaky Blinders
Un perfume: J’adore, de Dior
Una golosina: Regaliz
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