Si crisis es oportunidad, es la hora de reconfigurar el calendario, las entregas y las liquidaciones de ropa. Apuntando a un futuro más sostenible y menos frenético, en Le Banana te contamos por qué es el tema del momento.
“El futuro es colaboración, no competencia. Así es cómo se hacen las revoluciones y la moda necesita una. Si tuvo que venir un virus terrible para crear las condiciones para el cambio, eso muestra cuánto lo estaba pidiendo” dijo sobre el tema Tim Blanks, el editor del medio especializado Business Of Fashion.
La semana pasada, el diseñador Dries Van Noten encabezó una Carta Abierta, planteando que el negocio necesita transformarse. Colegas de todo el mundo pasaron por WordPress a dejar su firma, como algunos diseñadores de Marine Serre, Jil Sander, Gabriela Hearst y Carolina Herrera -también encontramos a la argentina Gaucho Buenos Aires-, y tiendas como Selfridges, Lane Crawford y MyTheresa.
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A los dos días y en forma paralela, BoF lanzó junto a otros 64 diseñadores independientes, ejecutivos y minoristas #RewiringFashion. El microsite comparte el sentimiento con el creativo belga, ofreciendo un plan más completo para “preservar la belleza, la creatividad y la artesanía.” El sistema actual ya no sirve y la pandemia lo pone en evidencia: hay que bajar la velocidad para evitar el colapso de la industria y recuperar la magia. Aunque los pesos pesados Kering y LVMH miran para otro lado (chicos, será difícil sin ustedes), el “Recableado de la Moda” está dispuesto abordar tres patas:
1- El calendario.
El ritmo es insostenible. Con medio año de anticipo de los desfiles, cuando las colecciones llegan a la tiendas pierden novedad y deseo, quedando obsoletas. Claro que además, las marcas masivas las copian rápidamente y sacan al mercado una versión más barata y desechable de las propuestas de las etiquetas. En su lugar, se propone combinar semanas de la moda masculina y femenina en enero/febrero y junio y, lo más revolucionario, que las colecciones estén alineadas con el clima en el mundo real. Como dice irónicamente el New York Times, “imaginen comprar un abrigo de lana cuando hace frío, en lugar de a mediados del verano”. Además, se quiere avanzar hacia un futuro sin géneros tan delimitados.
2- Los desfiles
El formato está pasado de moda, ¡es el mismo hace 50 años! El nuevo manifiesto propone reconfigurarlo a semanas o días antes del desembarco en las tiendas, así el tiempo de venta es más largo y los clientes y prensa reducen costos de viaje. En lo creativo, cada marca debería presentar su propio espectáculo sin seguir convenciones y liberándose de las expectativas. Su difusión digital también necesita ser optimizada, ya que el eco instantáneo por parte de los influencers invitados limita la fantasía del cliente.
3- La “adicción a los descuentos”
Perjudica al valor de marca y la rentabilidad, ya que, a costas de aumentar el tráfico en los minoristas, las prendas se exhiben con el precio de venta total durante períodos muy cortos. ¿Cómo frenarlo? Retrasando las liquidaciones de final de temporada, cancelando las de media estación y diciéndole adiós a los Black Friday, Cyber Monday y Single Days. ¿Y el fast fashion? Ya no hay espacio para eso en este nuevo mundo sostenible.
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