Fiona Apple McAfee Maggart adelantó este año el lanzamiento de su quinto álbum de octubre a abril, en contra de la marea de opiniones de su discográfica y prensa, con argumentos que iban desde no conseguir el hype suficiente durante la pandemia hasta no poder promocionarlo en shows de televisión y radio.
En un decálogo de autoestima, a modo de ejercicio verborrágico y de exorcismo de wannabes, de bullies y personas tóxicas, a los 42 años, Fiona Apple levanta en alto el dedo medio con Fetch The Bolt Cutters y le respondió a todos: “That’s not going to fucking happen” (“Eso no va a suceder”).
Una vez más, Fiona le dijo a su equipo que no tenía la obligación de no hacer nada que no quisiera. Y eso se nota en cada uno de sus nuevas 13 canciones. En tono confesional, directo, visceral y transparente, y luego de casi una década sin editar música, después de The Idler Wheel (2012), la cantante y compositora estadounidense vuelve al centro de la tormenta con un disco transparente como el agua en días mansos, pero que se agita en su interior hasta llegar a las profundidades
Sin importar los géneros musicales, Fiona se sumerge en las profundidades de todos sus sentimientos y, si hace falta, los deja sangrar. Se sienta al piano de manera confesional en “I Want You To Love Me” y espera el amor, el reconocimiento de otro que no llega. Y sufre. Lo mismo en “Fetch The Bolt Cutters”, la canción inspirada en una frase de Gillian Anderson, en la serie The Fall, en donde pide liberar a una chica torturada de los pernos que la tienen sometida.
En la canción que le da nombre al disco, más fraseada que cantada, Apple habla de haber crecido tratando de llenar los zapatos que le dijeron que podía, esos que no estaban hechos para correr colina arriba, en una clara referencia a Kate Bush. Con coros de cierre de sus cinco perros y de Cara Delevingne, la canción, junto a “Under The Table” marcan el tono del álbum: Fiona ya se liberó de las opiniones de los otros, de un enojo lacerante que casi la quema y ahora no piensa callarse nada.
Esa irritación latente del disco se manifiesta en coros lunáticos, en percusiones dinámicas logradas a través de golpes y hasta en el tamborileo de la caja de huesos de Janet, su difunta perra, la que, como consecuencia de su mala salud, Apple canceló una gira por Sudamérica en 2012. Con humor ácido y coros angelicales, “For Her” es como una piña en la cara inesperada que denuncia una violación, entre susurros y palmas. En “Relay”, Fiona recita casi obsesivamente una frase que se le ocurrió a los 15 años y que nunca había usado. Una frase referida a sus experiencias, y en especial a la violación que sufrió a los 12 años. Por eso, dice que la maldad es como un deporte de relevo: se va pasando de mano, y cuando uno se quema, pasa la antorcha.
Con sarcasmo y distancia, la neoyorquina reconvierte las quemaduras en fuego creativo y expulsa toda esa rabia contenida en un disco que importa más por su contenido que por su forma. Y habla del universo femenino desde la construcción de la mirada masculina, como en “Rack of His”, o en “Newspaper” y “Ladies”, que ridiculiza la idea de hacer competir a las mujeres o a las ex de tu ex. Por otro lado, recuerda con cariño las suaves palabras femeninas, como en “Shameika”, una compañera de tercer grado que casi ni recuerda, pero que funcionó como si fuera su propia voz interior, que “dijo que tenía potencial”, aún cuando no tenía idea qué significaba esa palabra. Y algo resonó en ella.