Aldi Vega prende la cámara. La locación es el pick up point de Bualichero, la marca que fundó como proyecto final de la facultad y que tiene a Cazzu como embajadora. La Jefa del Trap en la portada de Rolling Stone, Rihanna en la de British Vogue y Travis Scott en la de Papermag se asoman de fondo en la entrevista por Zoom con Le Banana. “Buali no soy yo sola. No conozco a alguien que se haya sentido tan apoyada por su familia como yo”, cuenta sobre sus estudios, que empezaron a los 15 años viajando todos los días desde Transradio -el barrio de Zona Sur rebautizado como 9 de Abril– hasta Microcentro, acompañada religiosamente por su tío. Hoy está posicionada como una marca emergente que viste a un público que incluye a los artistas del género urbano y prepara el lanzamiento de su colección más personal, inspirada en su abuela: “Sale ya, no lo puedo retrasar más. Me llevó mucho más tiempo porque soy muy perfeccionista. Me lo tomo con mucho respeto, si yo no me lo tomo en serio, no puedo pretender que nadie me tome en serio”, dice del otro lado de la videollamada.
¿Cómo surgió el apodo “diseñadora del desastre”?
Tiene que ver con una resignificación. Cuando empecé a tomar los primeros cursos estaba en auge la moda vanguardista, el pop de Lady Gaga y Katy Perry. Yo no tenía ni el glamour, ni los brillos, ni la cosa extravagante, lo que hacía era raro y distinto a lo que se veía o esperaba de un diseñador. Tuve una profesora que me sacó un diseño del maniquí, lo metió en una bolsa de basura y me dijo: “Esto es un desastre, volvé a tu casa y pensá si es lo que vas a hacer el resto de tu vida”. Tenía 15 años y volví a casa llorando. Hoy el trash está mucho más visto y aceptado, pero en ese momento era algo desprolijo. Ahí me empecé a plantear por qué el desastre tiene que ser algo negativo en términos de moda, por qué no puede estar bueno.
¿Y cómo nace Bualichero?
Surge de costumbres muy de mi abuela y de mi barrio, que están muy arraigadas y vistas desde la ignorancia como macumbas o gualichos. En Transradio se arman altarcitos para el día de los muertos, se celebra la pachamama, cuando te duele la cabeza es porque estás ojeada. La palabra gualicho me parecía muy fuerte y pensé cómo sería la brujería o la magia desde el bien, y así se me ocurrió Bualichero. Me define un montón, al día de hoy estoy enamorada y creo que a toda la gente que la escucha le queda, eso es un poco también lo que quería lograr.
Hace años que diseñás para Cazzu, ¿cómo se conocieron?
Empezamos a hablar a finales de 2017. Siempre me gustó mucho la música urbana y el hip hop, iba a eventos muy chiquitos donde conocí a Ju y a toda la gente del trap. Me encantó lo que transmitía y tuve una visión muy particular de ella con un mono rojo oversize. Un día le hablé por Instagram: “Mirá, soy diseñadora y tengo esta re idea en la cabeza que te quiero hacer”. Nos juntamos en un shopping, compartimos ideas y de repente éramos amigas, hablábamos el mismo idioma, éramos dos chabonas que estaban remando por hacer cosas con lo suyo. Le hice el mono, que salió en “Chapiadora”, y hoy en día es una de las personas más importantes de mi vida. Más allá de todo el empuje que ella le da a mi marca y a mí como diseñadora, es una de las personas que más admiro y una gran artista.
¿Cómo se complementan a la hora de crear un outfit para un video o una producción?
Con Ju es Telepatía, como diría Kali (Uchis). No es tan estructurado, las cosas con ella son de la noche a la mañana, me llama Jorge León -su estilista- dos días antes y lo hacemos.
Acompañaste a Cazzu en su presentación en BAFWeek, ¿qué opinás de la presencia del trap en esta edición?
Me encantó ver a tres pibes del trap arriba de un escenario tan importante para la moda argentina. Si hay algo que nos están demostrando los pibes del trap es que este país está lleno de talento, el tema es el apoyo y la difusión que se les da. Eso habla de que algo cambió. Estamos en un momento en el que en el país, vos levantás una piedra y encontrás un joven talento de lo que sea, en diseño, música, audiovisual, lo que sea, y fomentarlo es lo mejor que podemos hacer.
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¿Hay algún artista en particular que sueñes con vestir?
A J. Balvin. Es un estiloso, siempre va a los fashion weeks y promovió un montón de diseñadores under en Estados Unidos. Eso habla de una búsqueda estética que está buena, no es solamente ir chapeando una marca cara. Pienso que me entendería y que respetaría mi trabajo. Yo claramente lo respeto y admiro.
Cuando entrevistamos a C. Tangana nos dijo que no le gusta la estética trap por “tirarse marcas a lo loco, sin fundamento”. ¿Qué opinás vos, siendo tan cercana al género, pero con una propuesta de autor?
Creo que el trap argentino es diferente del que habla Tangana, acá hay muy poco trapero que esté chapeando con marcas internacionales, todos eligen tener sus diseñadores. Cazzu fue pionera en eso, porque en un principio éramos las únicas dos, yo corriendo atrás de ella con una aguja en la mano.
¿Cómo es la relación con tus colegas diseñadores del under?
Tenemos la mejor. Creo que el futuro de la moda es colaborativo, no existe pisar cabezas. Eso quedó muy viejo y no nos ayuda en nada. Así como los pibes del trap se agarraron todos de la mano y empujaron su género, todos los diseñadores underground del país deberíamos hacer lo mismo y empujar para que la industria nacional crezca.
Sos una referente para muchos jóvenes diseñadores, ¿te dejan mensajes por redes?
Me escriben una banda, me piden consejos o me preguntan cuál es la primera máquina que tuve. Me hace súper feliz porque cuando yo estaba estudiando no me sentía identificada con nadie. Un montón de pibas me dicen: “Si vos que vivís acá a tres cuadras diseñás para los referentes de la música, entonces yo también puedo”. Me gusta apoyar a otros emprendedores. Hay 40 millones de personas sólo en este país y mercado para absolutamente todo, entonces si le puedo facilitar las cosas a alguien que recién está empezando, me parece excelente.
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¿De qué se trata Servicio de Costurera, tu próxima colección?
Está inspirada en mi abuela, es una búsqueda completa. Siento que le debo todo lo que soy y hay algo nostálgico en ella que intento comunicar. Todas las morfologías parten de un libro que me regaló ella del Instituto Flego de Moldería Italiana, hasta lo más básico y raro parte desde la sastrería. El año pasado sacamos toda la ropa de abuela paqueta que no usaba, le sacamos los botones y ahora están en mi colección. De hecho los botones que le puse a Ángela (Torres) para “La Niña del Fuego” son de una chaqueta de mi abuela. De todos mis diseños, siento que el de Ángela es el más representa y es una bajada de la colección.
Con el título reivindicás el oficio de costurera.
Obvio. A veces me dicen que soy la costurera de Cazzu y no me molesta. No necesito que nadie me diga que soy diseñadora para saber que lo soy. Los mejores diseñadores que conocí fueron tratados y entendidos como costureros. Mi abuela no ve que ella sea una artista, pero para mí lo es. También hay mucha gente que flashea artista y yo soy lo opuesto. Prefiero que me llamen costurera y después digan: “Pará, la piba tiene un poco de arte en lo que hace”.
¿Qué importancia tiene la sustentabilidad en tu proyecto?
Estoy tratando de tener un ciclo productivo lo más amigable con el medioambiente posible. Gracias a una reformulación de primero compralo y después lo producimos, le encontré la vuelta a no quedarme con excedente, que no sólo genera pérdidas económicas, sino que después se convierte en desecho textil. También intento hacer una elección un poco más sabia en las telas, que los procesos sean más limpios y educar al cliente para que entienda que no soy fast fashion ni lo voy a ser, no me van a pedir algo y lo voy a despachar hoy. Otra cosa que me parece muy eco friendly, que le aporta valor a mi marca y no veo en ninguna otra, es que si se rompe una prenda o tiene algún problema, la mandamos al taller y la arreglamos. En lugar de comprar otro, le damos una vuelta a lo que ya tenés.
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¿Qué sentís que valora el público de Buali?
El uno a uno que hay entre diseñadora y cliente, que es la razón por la cual yo elijo tener este lugar y no un local a la calle. No he conseguido que nadie hable con mis clientes como lo hago yo. Sé que tengo un problema para delegar pero no pasa por ahí (risas). Cuando me dicen “Yo lo uso para esto”, “Molesta acá” o “”estaría bueno que le agregues un bolsillito”, esa es la información más valiosa que puedo tener. Me encanta cuando se sientan y me cuentan de dónde vienen, se van sabiendo que estuve seis meses craneando esa estampa, haciendo algo para que estén cómodos, probablemente esté planchado por mi mamá, te lo entregué yo y chequée que te quedaba perfecto. Quiero que te vayas con la experiencia completa.
LB Top Five
Una ciudad: Transradio
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Una canción: “Los dueños del pabellón”, de Damas Gratis
Una serie: Luis Miguel, la serie
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Un perfume: Beso, de Ágatha Ruiz de la Prada
Una golosina: Shot con maní
