La cantante lanza su primer álbum “Popular” el 13 de junio en La Tangente, Palermo; habla de sus influencias, su proceso creativo, sus letras y su estilo.
María habla claro y pausado desde el living luminoso y blanco de su casa en Palermo. De fondo, se ve una imagen de ella, en un cuadro enorme que pintó su madre donde aparece acostada y desnuda, con su pelo naranja despeinado, pero cubierta por su enorme guitarra Gibson SJ-200 con la que compuso varios temas de su nuevo disco “Popular”, que presentará el miércoles 13 de junio en La Tangente, en Palermo.
¿De qué se trata tu primer disco?
Habla de una mujer animándose a ser ella misma, que juega irónicamente con la idea de ser popular, de ser vista, pero sin traicionar su veta musical. De dar la cara, de hacerme cargo y hacer el camino junto al público y decir “esto soy yo”. En el fondo, la música es un servicio; se trata de compartir mi amor con la gente, de dar a conocer quién soy, de conmover y conmoverme. Tenía escritas unas 300 canciones terminadas y demeadas, con música, letras, arreglos y de todo tipo de estilos porque escribo desde los 12 años, pero nunca las saqué a la luz porque no me animaba. Entonces, me junté con el productor Federico Cialaba, de Music Brokers, que se volvió loco por la cantidad de material que tenpia hecho y de ahí, en la productora preseleccionaron 30 de los cuales quedaron once finales. En el álbum hay cumbias, también boleros, una balada y una bachata.
¿A qué edad empezaste a componer?
El primer tema que hice fue a los 12 años y en inglés. Estaba con unas amigas y salió a modo de chiste. Todavía me lo acuerdo un poco pero no lo puedo bajar a tierra, es como un recuerdo lejano o un sueño. Entonces seguí por esa vía componiendo en inglés y, cuando quise arrancar a hacerlo en castellano fue un drama, un horror. Estaba acostumbrada a escuchar y cantar en ese idioma y al querer hacerlo en el mío, no me podía adueñar de lo que decía. Entonces empecé a tomar clases con Jose García, la hermana de Charly, que me pegó tres cachetazos y me puso a escuchar tango y me enseñó a domar la voz, a contar situaciones genuinas y a no mentir. Fue un gran desafío porque no me gustaron nada los primeros acercamientos a la composición en español. Uno quiere escribir algo que suene bien, que tenga sentido, mostrar una linda voz y no servía lo que estaba haciendo. Eso es lo que me gusta de Lou Reed, Bob Dylan o Goyeneche. No tienen grandes voces, pero cuando cantan, te acuestan.
¿Y qué cambió en tu manera de componer desde entonces?
Empecé a escribir todo lo que me iba pasando y las canciones empezaron a tener sentido. Cuando hablaba de mí desde un lugar sincero y completamente vulnerable, casi de desesperación absoluta, la composición empezó a resultar digna.
¿No te cuesta la exposición?
No me queda otra, no me veo haciendo otra cosa y la música es como yo le encuentro sentido a la vida. Si no salgo a jugármela estoy frita. Estuve mucho tiempo negándome y muy deprimida. Después de tener a mi hija, Violeta, hace nueve años intenté volver a la música con un par de productores que algunos me fallaron, a otros les fallé yo, y me perdí un par de trenes grandes porque no me animaba. No era mi momento. Tal vez no se note, pero puedo ser muy insegura y en ese tiempo no tenía la personalidad necesaria para hacerme cargo. Siempre fui débil y nunca creí mucho en mí, hasta que encontré la fortaleza para hacerlo y la música fue la oportunidad para desarrollarme como persona. Hoy, desde mis canciones hablo de “no más charlita veneno” o donde digo que salí adelante y me hago cargo de lo que digo. Empecé a trepar emocional y me hice fuerte.
¿Cuáles son tus influencias musicales?
La primera y más cercana fue mi hermano Enrique Campos, que escribe una poesía prosaica muy descabellada y me ha ayudado con las letras. Me anima a bajar a tierra cualquier idea que se me pueda ocurrir, sin reprimirme. Siempre escribo desde el humor y eso lo aprendí de las letras del tango. También me gusta mucho las letras de Andrés Calamaro y José Larralde. Tienen un peso, una nobleza y una sinceridad tremenda. No tiene pretensiones y te mata. Me gusta cómo habla de cosas tan profundas, con una gran simpleza y sin agresión. Su payada es muy humilde y eso es lo que más me gusta de los payadores argentinos. Después, me conmueven las voces de mujeres grandes, como Amparo Echeverry, Chavela Vargas, la mexicana Lhasa de Sela, Concha Buika y Edith Piaf. Son monstruos y cada una tiene un estilo muy particular.
¿Y para componer? ¿Qué te conmueve?
Me gusta hablar de y desde la tristeza. Para escribir me inspira aprender a perder, hablar de la desilusión y la desesperación. No es que esté esperando que me partan el corazón, pero siempre que estuve triste escribí mucho. La música te permite transitar el dolor con mucha más dignidad, es una catarsis que me deja ver los problemas. Me gusta que la música me permita compartir las emociones con otro que tal vez se sienta identificado. Siempre estoy jugada y cuando me subo al escenario lo mismo, no juego a lo seguro. Nunca lo voy a hacer porque para mí eso es traición absoluta. Es una carta que después me permite dormir tranquila.
¿Qué música estás escuchando hoy?
Me gustan las mujeres fuertes como Mon Laferte y Nathy Pelusso; también mucho Goyeneche por décima octava vez. Y reggaetón. No escucho mucha música contemporánea, pero veo cierto cambio hacia el rap y el hip hop de los ritmos latinos y me sorprende. En el sonido hay muchos modismos del inglés, el flow se siente internacional. Cada vez veo más mujeres con una impronta muy fuerte y una buena movida. Por eso, lo nuevo que escribo va por ahí, porque me sorprende, porque tiene mucho más humor y es osado. Le falta el respeto a la composición más solemne.
¿Cuál es tu relación con la moda?
Me encanta, siempre me vestí de forma particular para cantar y me gusta mucho la ropa vintage desde muy chica. Tengo ropa rarísima de todas las épocas y me divierte mezclarlas. No me gustan las cosas que están de moda. Soy muy clásica, con un mínimo toque masculino y otro sexy. No soy nada moderna; me gusta andar de remera blanca y jean pero no uso cualquiera, soy muy selectiva. Uso muchas camisas de hombre, pantalones de cuero negros o marrones y shorts de jean. Casi nunca usos tacos porque necesito estar en contacto con el suelo, pero me gustan los zapatos de tango y de baile, que son bajios. Para salir a tocar, me copa el estilo retrofuturista metalizado, pero bien 60s, nada muy actual.
Top 5 Le Banana by Maria Campos
Un ícono: Jane Birkin es la número uno, con un poquito de Brigitte Bardot
Una ciudad: Madrid
Una canción: “Coney Island”, de Lou Reed
Una película: La grande belleza
Un perfume: una colonia masculina
Una golosina: chocolate con dulce de leche
¡Nos encanta Maria!