Por Pame Aguirre Leonetti
El arte es la materia prima del Lollapalooza, pero en la sexta edición que acaba de terminar en el Hipódromo de San Isidro, la apuesta por el arte argentino fue más fuerte que nunca con instalaciones e intervenciones que sumaron color, música y relax.
El aporte de la icónica Marta Minujín fue sin dudas la gran novedad del Lollapalooza Argentina 19. La artista que revoluciona la escena creativa local desde 1960 con sus obras pop y conceptuales desembarcó con su “Escultura de los Deseos“, una estructura blanda de 15 metros que creó en 2017 y que ahora reversionó especialmente para el festival.
La instalación, inspirada en sus famosas obras hechas de colchones, se inscribe en su genealogía de arte público y fue una oda a su “arte psicodélico”. Situada en el medio del predio, la intervención llamaba la atención de todos e invitaba a la interacción. De noche, bajo el foco de las luces, la obra era aún más imponente. En palabras de Minujín: “Iluminada es maravillosa, disfrutenla, atraviesen y vivan adentro un instante de arte para vivir en arte”.
El artista franco-argentino Pablo Reinoso, conocido por sus bancos y sillas que parecen estirarse y derretirse hasta el infinito, volvió a presentarse en el LollaAR por segundo año consecutivo con su obra “Lolla Chill Out”. Exhibió un amplio círculo de reposeras acolchonadas donde la música y la comodidad invitaban a cerrar los ojos y disfrutar de la paz del aire libre, ideal para volver con pilas cargadas a cada uno de los escenarios.
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La otra apuesta artística pudo verse en el corpóreo de bienvenida al festival, intervenido por Cynthia Cohen. La artista se inspiró en su serie “Futuro Brillante” de anillos y piedras preciosas pintadas a gran escala en óleo sobre tela para transformar la materialidad del cartel de entrada al Lolla. En esta ocasión, Cohen eligió el vinilo metalizado de colores vibrantes para crear una obra en la que el brillo y el reflejo fueron protagonistas ¿El objetivo? Que cada persona pueda verse reflejada allí para sumergirse de inmediato en el universo Lollapalooza.
Y el arte también estuvo en versión performática, sonora y audiovisual de la mano de los hermanos Matías y Pablo Duville, que sorprendieron enfundados en capas y gorros de piel y terciopelo. El dúo presentó Centolla Society, en una de las Casitas del predio, con una puesta a puro beat, guitarra, bajo y sintetizadores, acompañada por una serie de visuales que coronaban una experiencia sensorial al límite de lo indescifrable.
¿Cuál fue la propuesta artística que más disfrutaron?