Con una combinación de palabras enrevesadas, mucho bolero romántico al mejor estilo de Sandro y un rock arrogante y provocador, Infame es uno de los discos más representativos de la banda de Lanús integrada por Adrián Dárgelos (voz), su hermano Diego Rodríguez (percusión), Mariano Roger (guitarra), Gabo Manelli (bajo), Diego Tuñón (teclados) y Diego Castellano (batería), por ser aclamado por la crítica especializada, alcanzar el éxito mainstream y ser de los preferidos entre los músicos. Este mes, el séptimo disco de estudio de Babasónicos cumplió 17 años desde su lanzamiento, en 2003, y le rendimos homenaje ordenando sus 14 tracks en orden de preferencia.
Nominado a los Grammys del 2004 y a los Premios Gardel, donde obtuvo seis galardones, entre ellos, el “Gardel de Oro”, Infame es uno de los discos bisagra en su carrera. De las ideas que venían planteando en Miami (1999) y profundizan en Jessico (2001), el disco del caballo en la tapa -diseñada por Alejandro Ros– las resuelve y las eleva. Aunque los fans acérrimos todavía discutan qué disco es mejor, si Jessico o Infame, en Le Banana creemos que sin Jéssico no habría un Infame y, antes que uno mejor que otro, se trata de una continuación de un estilo que refleja es ascenso a la fama, pero mejorado y más sofisticado.
Si David Bowie habla de la fama en su canción homónima, “Fame”, los Babas construyen un disco In-fame, que trafica las andanzas y consecuencias del éxito masivo, que los desquicia y luego reflejan en canciones pop, boleros, proto-metal con guiños a Los Angeles Negros, under the influence, y mucho sexo.
Irresponsables
Entre dicciones Sandrescas y cadencias tangueras, el corte de promoción del sexteto de Lanús arranca a pura velocidad y distorsión dándole el tono arrogante y desfachatado al álbum que luego posicionaría con éxito a la banda a nivel latinoamericano. Desde el momento que salió la canción, acompañada de un videazo que resiste el paso del tiempo, se transformó en un hit que todavía suena implacable en cada una de sus setlists.
Fan de Scorpions
“Atrévete a lo poco claro, atrévete a querer lo raro…” parece setear las bases de la música de la banda de zona sur, indefinida y provocadora por sobre todas las cosas, que le valió las críticas de los fans y músicos más rockeros y ortodoxos y la fascinación de otros como Daniel Melero y Gustavo Cerati, por su capacidad de hibridar sensaciones. Esta canción, que luego la banda dejaría de tocar en vivo durante mucho tiempo y recién retomarían en 2018, deja una de las frases más especiales y resonantes: “dejemos la crítica de lado, la música no tiene mensaje, la música no tiene moral…no tiene mensaje para dar, y sin embargo te lo da”.
Sin mi diablo
Canción de pogo y galope. En un rock bien propio de la época de Babasónica (1997), Dárgelos relata una noche dionisíaca y de excesos donde se encuentra, en plena gita, con el mismísimo Lucifer. Si esta canción no te deja exaltado por dentro, probablemente estés muerto. Tomate el pulso por las dudas.
Pistero
Parece un guiño a sus épocas de “Patinador Sagrado” (Trance Zomba) y a los fans de la primera hora. Los Babas que más nos gustan, los que mezclan a los Beastie Boys con un estilo guitarrero country y teclados bien sintéticos. Al mejor estilo Deléctrico. “Pongan otra canción, cuelguen al dj, quemen la radio, pongan otra canción”: un metalenguaje del tema de The Smiths, “Panic”, en clave argenta que invita a la pista.
Risa
“Me gustas tanto, quisiera aprenderme tu nombre”. Dárgelos habla de conquistas, más de enamoramientos que de amores y del arte de la seducción efímera. Los juegos vocales de los Diegos (Rodríguez -Diego Uma- y Tuñón -Uma-T-) completan el mood amoroso de la canción.
Curtis
Marche otra balada romántica para el sexteto, en una canción compuesta por Dárgelos y Mariano Roger. En un tono más directo, los enamorados ofrecen cópula y ensueño: “Para enamorarme no necesito tu consentimiento”. Una vez concretado el encuentro, los Babasónicos ofrecen entendimiento y un amor fugaz pre-Instagram, otra vez con el coro de ángeles de fondo, y un cierre Tuñonesco con beats sónicos dosmileros, que enganchan a la perfección con el siguiente track, “Y Qué”.
Estertor
Es la primera balada que aparece en el disco y marca el tono de la época. Lo primero que se escucha es el punteo entrañable del bajista fallecido Gabo Manelli y el sonido de los teclados de Uma-T. “Acurruquémonos mi amor, todo estalla alrededor, la miseria y su estertor nos mata” canta el líder del rock sónico, en un escenario post 2001 donde el país explotaba en mil pedazos y los Babas se quedan sin discográfica. El refugio en el amor, aunque sea pasajero, a los disturbios sociales a lo que nadie quedó exento.
Gratis
Entre punteos y sintetizadores, los Babasónicos narran en primera persona el periplo del héroe, su misión y abismos, con una melodía bella y sin muchos artificios. Su arrogancia, sin embargo, se mantiene vigente y presente: “Como me sobra, reparto, y te convido con palabras las mil maravillas”.
La Puntita
En un bolerito downtempo ideal para intimar, Dárgelos se pone las pieles de Sandro para seducir con total honestidad, acompañado de una percusión sensual: “Acéptalo, no estamos para romance, entreguémonos al trance”. Un toque tóxico para levantar, pero en clave rockero arrogante, eso siempre.
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Mareo
La épica de la derrota en el amor asoman en esta balada, al igual que la parodia u homenaje de cantantes como Joe Dassin, Los Ángeles Negros o Mathias, que tan bien le calza al registro vocal del líder pop. Amamos los temas de Babasónicos en su versión de derrotados, para cantar a los gritos.
Once
Al igual que en “Sin mi Diablo”, este track rockero de las primeras épocas invita a adentrarse en un mundo de ficción surrealista y porteño donde los Babasónicos corean “Trae a casa mi rock ´n roll”, pero también cantan acerca de asistir al funeral del rock. ¿Es que son ellos quienes dan por muerto al rock argento, desmarcándose de la generación anterior (Charly Spinetta) pero, a la vez, se llevan a su casa una nueva versión del mismo? Tal vez más sintéticas, popera, híbrida y sensual.
Putita
Este es uno de los más conocidos y coreados en cualquier lugar donde suene. También una de las canciones que las nuevas generaciones más conoce, vaya a saber por qué. Tal vez por lo arrogante que parecía en aquel momento usar un adjetivo así en la radio, en una sociedad conservadora. Tal vez por el videoclip de las nadadoras traviesas, que fue dirigido por Sebastián Sánchez y nominado a Mejor Video del Año en los MTV Awards ese año. O tal vez porque resume la misión del artista y su relación ambivalente con la fama que viene acompañada del éxito. “Hacerte muy putita, probar tu galletita” no tiene por qué estar (únicamente) pensado en función del sexo, sino también de vender tu alma e identidad en función del éxito comercial. Un poco como Ca7riel, en Mc Fly, cuando dice “Tuve que fingir para sonar en el pari”.
Suturno
“Suturno” funciona a modo de interludio pop. Una invitación sexual y descripción libidinosa del objeto de deseo, para darle paso a la próxima balada, con talk vox incluido y coros, un poco a tono con Around The World de Daft Punk. Pocas palabras, buenos sintes y melodías pegadizas hacen a una canción entera que puede transformarse tranquilamente en un clásico.
Y qué
En el videoclip -realizado con dos pesos con cincuenta-, una pareja viene escuchando “Curtis”, cuando se les queda el auto en medio de un desierto digno de una película del Lejano Oeste. Qué mejor escenario, blusero y agitado, para disputarse el amor de una dama, o al menos una noche con ella aunque sea una fantasía del novio. La idea funcionaba en aquel momento, aunque ahora este concepto ya nos queda tan retrógrado como posesivo y añejo. Porque acá la pelea es para ver quién es más guapo. “Oh, si, estoy mirando a tu novia y qué. Ella me gusta y yo a ella también”. Qué sería de los rockstars sin la contrafigura de las chicas deseantes o las gropies, ¿no?
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