Ya le había pasado a Lizzo hace dos meses con la salida de “Grrrls”, el single lanzado como uno de los cortes elegidos de su álbum Special. La palabra poco afortunada que eligieron Lizzo en “Grrrls” y Beyoncé en “Heated” -la canción co-escrita junto a Drake– fue spaz, para referirse a “volverse loca” o a perder el control. Las redes explotaron nuevamente la semana pasada con la salida del séptimo disco de Queen B, “Renaissance”, luego de su anterior obra de arte, “Lemonade”, que salió hace ya seis años, pero no por las razones justas.
La frase que causó agitación en “Heated” fue «spazzin’ on that ass, spaz on that ass». Spaz, abreviatura de espástico, hace referencia a la incapacidad de una persona con parálisis cerebral por controlar sus movimientos. En 2003, la BBC, el servicio público de radio y televisión del Reino Unido lanzó una encuesta acerca de los términos más ofensivos para la comunidad con capacidades distintas, para descubrir que el término “espástico” ocupaba el segundo lugar, luego del término “retardado”. Si bien las dos cantantes afroamericanas no tuvieron la intención de herir de manera peyorativa a esta comunidad, las redes se encendieron luego del lanzamiento de éstas canciones, y ambas artistas recogieron el guante.
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Siguiendo el mismo camino que Lizzo, Beyoncé volverá a los estudios de grabación para grabar la canción nuevamente y reemplazar la parte desafortunada por una versión más apropiada, que dice «blastin’ on that ass, blast on that ass» y así la creadora del álbum de 16 canciones y una hora de duración puede disfrutar del éxito merecido sin ningún tipo de controversias.
Ahora que ya atravesamos la polémica generada con el track décimo primero de Rennaisance, pasemos a analizar un poco qué hace al álbum tan grandioso. En un posteo a través de Instagram, la diva contó cómo la música la salvó durante la pandemia: “Crear este disco me permitió encontrar un lugar para soñar y al cual escaparme del mundo durante estos tiempos tenebrosos. Me permitió sentirme libre y venturosa en tiempos estancos. Mi intención fue crear un espacio seguro donde pudiera gritar, soltar y sentir la libertad, sin prejuicios, libre de perfeccionismos y sin darle demasiadas vueltas tampoco. Un viaje hermoso de pura exploración”, dijo la ex Destiny´s Child, y en ese viaje se encontró con ella misma, bajo un manto de beats empoderadores en clave funk, house, disco, EDM, trap, y afrobeat.
B arranca el disco diciendo “Soy esa chica”, al igual que en el track 10 “MOVE”, donde aparece Grace Jones como colaboradora y la rapera nigeriana Tems que canta “¿Quién es esa chica en el fondo? Es el groove, es el Yoncé´s groove”, entonces sabemos que nos enfrentaremos a una obra en modo statement o manifiesto donde Beyoncé vuelve a proclamar quién es y cómo es. Ella, la que no pidió estar en ese lugar sino que asumió el lugar, así es ella, así es el fuego al que estaba destinada, sin importar los diamantes, las perlas ni el hombre que la acompaña a su lado.
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Con un equipo de lujo de productores y un equipo de colaboradores como Pharrel Williams, Mike Dean, Skrillex, Nile Rodgers, Jay Z y 070 Shake, el disco está armado a la perfección para salir a la pista, con samples icónicos como el creado por Giorgio Moroder y Pete Bellote para Donna Summer en “I Feel Love” y voces de “Moonracker” de Foremost Poets y el monólogo “Bitch I´m Black”, de la primera productora ejecutiva trans en la tv, Ts Madison. Pero además, el disco está pensado como un tributo para su tío Johnny, aquel que le presentó la cultura ball y la comunidad LGBQTI+, al que cita en “Heated”, un track de disco trap donde se nota la presencia de Drake, y le dedica el amor al familiar por haberle hecho su primer vestido, “un spandex barato que me hacía ver como un desastre” para disfrutar de la pista de baile en el que se convertiría su vida.
En Renaissance Beyoncé libera el enojo, el miedo y las tensiones acumuladas -el problema de un Estados Unidos racista y anti derechos- desde la disco, en dieciséis canciones que fluyen armoniosamente de una a otra con mensajes poderosos inspirados en los ritmos de los años 70. Bailar como acto político pero también samplear y referenciar artistas negros o queer para reivindicarlos. Y nos dice que ni vos ni nadie la van a romper, como lo hace desde el primer corte del disco “Break My Soul”, una canción en modo bounce -una de las tantas expresiones del hip hop- que samplea a Robin S y a Big Freedia, la rapera trans de New Orleans. Acá la diva cuenta que está construyendo nuevas bases sólidas y en una nueva vibra. Y se siente en el cuerpo de quien la escucha. Este movimiento disco también la lleva a colaborar con Honey Dijon, la DJ trans que está presente en la producción de “Cozy”, entre otros, que invita al voguing, y donde B manifiesta sus virtudes en tercera persona, sentirse cómoda con la piel y quien le tocó ser, o aquella persona que supo construir, con sus momentos buenos y sus heridas también.