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It’s Couture Baby! Lo mejor de la alta costura parisina en su semana de la moda!

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Por Cata Greloni Pierri

Arranco una nueva semana de la moda, la mas exclusiva y artesanal, que enamora a todas las actrices que buscan diseños para la red carpet. En Le Banana te mostramos todas las novedades de Valli, Dior, Givenchy, entre otros! 

Givenchy

Hubert de Givenchy falleció este año, pero dejó un legado enorme que Clare Waight Keller supo aprovechar esta semana en el jardín de los Archivos Nacionales de París.

Después de una larga línea de diseñadores masculinos -Galliano, McQueen, Macdonald y Tisci-, la directora creativa británica eligió mirar hacia atrás para rendir un sentido homenaje al modisto y a la amistad que Hubert tuvo con Audrey Hepburn, a quien vistió para Breakfast at Tiffany’s e hizo famosos a ambos. “Fue un viaje maravilloso para mí descubrirlo y reinterpretarlo a mi manera, le dijo la diseñadora a Vogue, desde el backstage.

El vestido que abrió el desfile reversionó un original de de Hepburn, una pieza superior en seda brillante negra, geométrica y falda larga plateada. Sobre una pasarela espejada se  vieron trajes de plumas, con flecos y terciopelos en azul noche y negro, como también capas, vestidos y abrigos de corte geométrico. Sorprendieron los accesorios plateados que emulaban armaduras y evolucionaron en tamaño a lo largo de las pasadas, en casquetes y pecheras, acompañados de vestidos ligeros y plisados en blanco, naranja, nude y dorado.

Con trajes de smoking, la sastrería evolucionó en looks de pailettes negras y bordó y en conjuntos de shantung de seda en gris, rosa polvo y oro. en su debut de alta costura en enero. Para cerrar, sonó la banda sonora de “Moon River” cantada por Hepburn mientras Waight Keller invitó a la pasarela a los miembros del taller a unirse a ella para una reverencia de todo el equipo que hace Couture.

Iris van Herpen

Las colecciones de alta costura de la joven diseñadora holandesa son tan futuristas como magníficas. Este año, su veintena de creaciones simularon el movimiento de las alas en vuelo en una colección llamada Syntopia, que, en sus palabras, se refiere a “la fusión de la biología con tecnología”. Así, sus vestidos cortados en láser de manera milimétrica aparecieron en lana gris que se entramaba con finos flecos de cuero que bailaban sobre las faldas de las modelos.  

Desfilaron minivestidos dinámicos y ondulados en organza roja y verde que vibraban al ojo;  otros maxi, plisados, en organza plata y celeste, que produjeron expresiones etéreas de fluidez. El plisado se movía alrededor del cuerpo con movimientos de diosas utópicas.

La sintopía que quiso reflejar la diseñadora a través de sus creaciones presentó una realidad entre ideal y distópica, que se pudo ver en sus trajes que combinaron elementos clásicos de la sastrería con sus técnicas motivos intrincados. Como resumió Van Herpen, en una entrevista con Vogue, “estas piezas no son necesariamente aquí y ahora. Ambas se conectan con algo que está por venir y algo que ya ha llegado”.

Dior

Las habilidades de vestimenta de Chiuri y su lugar justo al frente de un legado mágico pero de gran peso.

La presentación de Alta Costura de Maria Grazia Chiuri se dedicó por completo al preciosismo de la ropa hermosamente confeccionada pero tranquila, de piezas esculpidas, plisadas y construidas de manera artesanal y con una maestría única. Esto es lo que se quiso reflejar como fondo del desfile al exponer maniquíes blancos con todos los modelos que desfilaron, pero en toiles (el material que se usa previamente a la realización sobre el textil final) níveos.

La paleta fue del rosa polvo y rubor y los verdes (agua, seco y musgo) hasta el azul noche y negro, pasando por el blanco óptico y acentos en los ocres y rojos. Los nude, como es costumbre para Chiuri también dominaron la escena, entre los vestidos plisados y tableados y otros abrigos de lana con cinturas marcadas por accesorios delicados, al igual que un modelo de silueta A, con recortes en tonos verdosos que emulaban un bosque francés.

“La costura se trata de algo oculto”, le dijo Chiuri a la prensa desde el backstage. “Tenemos una gran oportunidad de trabajar con una definición de tiempo diferente, ya que la artesanía es larga, es un sueño para un futuro”. Estas ensoñaciones se presentaron en la pasarela en trajes de tres piezas de cachemir, en pantalones amplios y cómodos y en sacos de inspiración oriental, con bordados en el escote y mangas y brocatos brillantes.

Si bien los setenta diseños presentados por Chiuri murmuraron elegancia más que gritarla, se destacaron los vestidos en dos capas, que por encima asomaron a modo de túnica -en azul marino, con escote redondo-, con abertura lateral, y por debajo mostraron una versión más íntima y cercana al cuerpo, con otro de gasa y silueta más orgánica, en tonos nude.

Alberta Ferretti

En 25 pasadas, la sastrería inspirada en una Bianca Jagger minimalista evolucionó desde pantalones de silueta recta, bien amplios, en conjunto de sacos smoking espectaculares, que presentaron variantes en pailettes negras y rojas. También hubo otros modelos de pantalón translúcidos y con flecos, que luego se trasladaron a vestidos con hilos largos de seda que se entramaron en escotes, en chales y hasta en carteras de mano.

“Siempre he pensado en una mujer muy real que viaja y siempre está en movimiento. Es por eso que quería capturar un espíritu de energía y movimiento en esta colección”, dijo la italiana en conversación con los periodistas después de presentar su colección en Milán para una clientela internacional que busca vestirse para ocasiones especiales y con prendas de calidad, bien ejecutadas, con detalles hechos a mano y fabricaciones exclusivas.

Si bien Ferretti puede ser conocida por sus creaciones de ensueño y sus paletas claras y desaturadas, aquí mantuvo sus diseños najo un concepto y en tierra firme. Los vestidos de flecos, en negro y blanco viraron hacia los tonos rojizos y las modelos aparecieron como aves fénix en plena conversión. Los flecos, leitmotiv de la colección, iban en gradación del rojo al dorado como llamas en pleno movimiento y se ondulaban en cálidos colores sobre una serie de túnicas de noche, mezclados con cristales y paillettes, sobre gasa transparente.

Giambattista Valli

Los diseños de Haute Couture de Valli no son solo vestidos de crinolinas, miles de metros de tul y flores. También pueden ser trajes de lana de impecable factura, acompañados de crop tops bordados, o tops con moños gigantes, tema central de la colección, que dejó a la vista una clara inspiración en los eighties.

“La idea de la juventud es importante”, declaró a Vogue Giambattista Valli, en el backstage del desfile, “porque tengo clientas muy jóvenes que le aportan una nueva actitud a la Alta Costura, o al menos a mi modo de ver”. Con sustracciones laterales en vestidos envolventes, panzas al descubierto, moños negro, plumas y volados, la intención juvenil de Valli estuvo muy bien ejecutada y refrescó la identidad de sus vestidos color pastel.

Se enamoró de la silueta corta en el frente de los vestidos, que acompañó de pantalones cigarette y metros de tela por detrás con colas exageradamente hermosas, en versiones que  incluyeron gasas de seda, encajes de Chantilly y el tul que tanto ama, en una paleta acotada de verdes (agua marina y seco), rosas que fueron desde el rosa pálido, al polvo y al fucsia, rojo, blanco y negro. Se destacaron también accesorios, como los zapatos asimétricos llenos de plumas, a tono con el color del vestido, las sandalias negras, con cadenas y eslabones brillantes y las redecillas en el pelo, que en algunos casos continuaban en el escote de los vestidos de fiesta.

It’s Couture, baby!

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