En el Mes de la Mujer conversamos de todo con una de las referentes más emblemáticas de la moda, el arte y la cultura. Conocé a la Directora Editorial de L’Officiel Argentina en esta nota.
Desde hace tres años, Ana Torrejón es capitana de la edición argentina de L’Officiel de la Couture et de la Mode, y oficialmente desde este mes, también de la de Chile. Con un historial que incluye las revistas Claudia, Elle y Harper’s Bazaar, nos recibe del otro lado de la pantalla un jueves a la mañana.
Voluntariosa, constante y educada con muchísima libertad, @madametorrejon nació en Puerto Madryn, le encanta residir en Buenos Aires y viviría “chocha” en Madrid. Hija de una educadora -una de sus bendiciones- y un papá que contribuyó al armado de su biblioteca con libros dedicados por él, con el lugar del mundo donde se los compró, heredó también de ellos las gotas de colonia antes de ir a dormir y una vocación ligada al arte. Además, tras las visitas a galerías de arte con una de sus tías, compró su primera obra a los 17 años, que fomentó un largo recorrido en el mundo del arte como amante y galerista también.
“Me gusta trabajar en equipo, soy curiosa y naturalmente habladora, si salgo por la calle hablo con todo el barrio (risas). Si viajo en avión con alguien que no conozco mucho le digo: ‘si podés agarrá otro asiento, porque a mí me vas a terminar contando cosas’. Es el oficio”, cuenta la misma que se acuerda del nombre de cada una de las personas de las que aprendió y destaca la gran suerte de haberse formado en redacciones bien organizadas, donde trabajó 10 años haciendo política y sociedad, cubriendo desde elecciones hasta hechos delictivos. Al momento de la entrevista con Le Banana, L’Officiel está celebrando sus 100 años y los acontecimientos previstos para septiembre 2021 incluyen un libro y una muestra curada por Stefano Tonchi, su director global. Con timones que mutaron a una virtualidad impuesta por los tiempos pandémicos, Ana nos describe el proceso que está atravesando, con el ritmo patagónico e introspectivo que lleva en su ADN.
¿Cómo fue el reto de pasar al formato digital con la pandemia?
Son adecuaciones difíciles para la industria, donde hay que priorizar el derecho de las personas a acceder a la información y por otra parte, el derecho a trabajar. Antes de que se decrete el ASPO, en L’Officiel Argentina tomamos la decisión de liberar todas las ediciones de la revista hasta el mes de septiembre, de modo gratuito. El objetivo era poder acompañar a la audiencia de lectores con material y es una decisión de la que estamos muy orgullosos, que pudimos sostener en equipo siendo costosa, porque los trabajos cuestan, el soporte cuesta. Son todas cosas nuevas: aplicaciones digitales, eventos por zoom, algunos eventos de corte educativo que compartimos con nuestra comunidad. La pandemia es un hecho que estamos descubriendo día a día y es imposible saber sus alcances, así que hay que planificar lo que se puede y ser muy cauteloso.
¿Cómo estaban preparados para el desarrollo de esas plataformas?
Lanzamos la revista con todo su paquete digital. Nuestra actividad online es una actividad curada, de nicho, no tiene una perspectiva de alcanzar una enorme masividad, no porque tenga ningún prejuicio al respecto, sino porque es absolutamente orgánica. Nos agarró con un equipo que estaba preparado para ello y las decisiones fueron tomadas muy rápidamente. También fue poder hacer una red de contención, porque en este transcurso hubo personas que han perdido familiares, que han estado enfermas y un montón de eventualidades.
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Con toda la experiencia que tenés en medios internacionales como Elle, Harper’s, ¿cómo es dirigir hoy L’Officiel Argentina?
Un proyecto editorial es una sumatoria de voluntades y talentos, o sea que lo más interesante es poder concertar la articulación de esas voluntades creativas para que configuren un todo. Para mí es agradecimiento, asumir las responsabilidades del caso y poder establecer diálogos, que es lo que más me interesa. Estoy muy agradecida de haber podido desarrollar mi vida profesional y de las personas que confiaron en mí, y me inspiran mucho los grupos que conformamos. Honestamente no era algo que formaba parte de mis sueños o de mis proyectos, nunca planifico mucho, pero sí soy muy consecuente con el tiempo presente.
¿Cómo es tu equipo de trabajo en Argentina y cómo funciona la dinámica?
Tenemos tres áreas que trabajan en conjunto: digital, editorial y comercial. El equipo es un grupo pequeño pero muy eficaz, con colaboradores y colaboradoras que son parte constitutiva del proyecto. Trabajamos con constancia, no es un medio que tiene un recambio permanente de referenciadores, sino que existe una integración que preferimos. También se puede opinar sobre un texto o una producción de moda y se puede resignificar. Siempre hay muchos espacios abiertos para el intercambio y el debate.
¿Qué valora el público de L’Officiel Argentina? En el caso de Chile, imagino lo irás descubriendo.
Yo discrimino, creo que hoy hay audiencias y las audiencias pueden ser configuradas por lectores o por eventuales lectores. Me parece que valoran la perspectiva, entonces valoran la calidad gráfica, el ejercicio visual, el trabajo que hay sobre los textos, la curaduría de contenido que no necesariamente es coyuntural. Tenemos la firme convicción de que tenemos la calidad y la posibilidad de desarrollar un medio como este.
¿Cómo es la decisión de poner a los referentes de la nueva generación, seguidos por tantos jóvenes, en portada?
Lo que buscamos es contar historias. Surgen personas referenciadoras que son muy interesantes en la escena de la vida artística o social, entonces nos ha resultado fluido. Hace dos años hicimos a Cazzu y aportó reflexiones súper lúcidas, entrevistada por Irene Amuchastegui que tiene el premio Konex a la música. Hemos tenido una conjunción para un 8 de marzo entre Naomi Preizler y Brenda Mato, nos gustó muchísimo ese diálogo con dos mujeres que influencian la escena de la moda y tomaron distintos caminos. Tuvimos a Nicki Nicole que es una voz referente, Ca7riel sostiene una poética conforme a estos tiempos, Nathy Peluso fue un desarrollo muy interesante. Hemos hecho a Úrsula Corberó, a Leo Sbaraglia, a Vera Spinetta y Juan Ingaramo que los retrató Sofía Malamute. Muy raramente es la o el modelo y no se sabe nada de sus vidas. Por ejemplo, Sofía Fanego es una gran modelo que está desarrollando una carrera como artista plástica con sus collages y ella es interesantísima, entonces por qué no transparentar esa faceta que hace que comunique un montón más.
Los lectores también valoramos el trabajo de estilismo detrás de cada entrevista.
Es un trabajo muy arduo, cada una de las historias llevan como mínimo 15 días. Es muy grato y de parte de las celebridades o de los referentes musicales no tenemos ningún tipo de condicionamiento, trabajamos con muchísima libertad y confianza. Es un punto de vista estético que tiene la publicación, pero es una estética en un marco ético. Es importante hacer saber que las celebridades confían en ese discurso y en cambiar de equipos. A veces tienen equipos constituidos que trabajan su imagen pública y se establece un diálogo para poder llevar adelante nuestro proyecto.
En los últimos años se despertó una nueva ola del feminismo. Vos venís de ocupar lugares de liderazgo donde las mujeres estaban más relegadas. ¿Te fue fácil, tuviste dificultades?
Tuve dificultades y trabajo para que otras no las tengan. Simplemente basta con ver los números: hay un postulado global que dice que para 2030 seremos 50/50 (mujeres y las niñas con igualdad de oportunidades de aprendizaje, el trabajo decente, salarios equitativos). No falta tanto y todavía estamos en pañales. Hay que ver cuántas mujeres se educan versus hombres que se educan, cómo nos afectan a nosotras las crisis, qué inserción laboral tenemos, si es equitativa y cuáles son las posibilidades que tenemos de acceder a posiciones de poder. Ni hablar de la equidad en la remuneración. Por eso, formo parte de una colectiva autogestionada que es Periodistas Argentinas, una organización absolutamente transversal en la que trabajamos fuertemente para que salga la ley de equidad en los medios de comunicación que va a implicar una mayor inserción laboral y mejores condiciones de trabajo. En mi caso, por supuesto, formo parte de ese grupo de mujeres a las que le han pagado menos que a los hombres, que han tenido que demostrar dos millones de veces más su capacidad, que se ha tenido que poner muy firmes en la adversidad, que ha resignado muchas cosas de la vida laboral. La verdad que no quiero que vos u otra chica las resigne. Soy agradecida pero hubo y hay que pelearla. Esto no pasa solamente en el territorio de la comunicación, es incentivar a las niñas para que accedan a carreras duras, para que no bajen los brazos y que si su sueño es dedicarse a la ciencia lo puedan hacer. En esto trasciendo el binarismo, no hablemos de hombres y mujeres, tenemos que construir una sociedad para las personas. Es un trabajo muy profundo donde tiene que haber un montón de voluntades agrupadas para que pueda florecer y forma parte de uno de los motivos más importantes en mi vida, tanto personal como profesional.
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Tuviste una galería durante once años, ¿pensaste en retomar algún proyecto más ligado al arte?
Voy a retomar, pero creo mucho en que hay ciclos y no hay que estar aferrada a las formas. La galería fue un proyecto de un enorme crecimiento espiritual y personal que está muy presente en mi vida, cumplió un ciclo fabuloso, virtuoso, de amistad, de entrega y fue perfecto. Estuvo bueno que la cerremos en el momento en el que lo hicimos porque hay un momento en el que empezás a sentir que tiene que mutar. Ahora estamos soñando con Horacio (Dabbah, su anterior socio) en un proyecto y hemos incorporado a otra persona que está haciendo un aporte creativo tremendo, pero no va a ser lo mismo que fue y eso está buenísimo.
¿Se te acercan las personas para hacerte consultas? ¿Te contactan por redes sociales?
Hay gente que me habla por la calle, en la cola del supermercado, chicas y chicos que están terminando las carreras, que sus familias los acercan para que vayan a tomar un café, mensajes de Instagram, mails. Me da mucho gusto poder intercambiar con personas que creen que las puedo ayudar. Es lo mejor de mi trabajo.
Tenés un estilo muy icónico, ¿tenés un diseñador preferido a la hora de vestirte?
Creo que la admiración por un diseñador no tiene que ver con el estilo de uno, el estilo personal no es algo tan estricto y se puede ir encontrando expresiones dentro de eso. No me visto con un solo diseñador o diseñadora, experimento todo el tiempo, voy viendo y resignificando. Yo me visto fácil, soy muy sintética, fui haciendo elecciones a lo largo del tiempo de las que soy perseverante. Después quienes me conocen dicen que soy atérmica, uso blazer o trench todo el año (risas). Algo que hago hace infinitos años es elegir talentos argentinos o latinoamericanos para vestirme y la verdad que me da mucho gusto. ¿Cómo las compro? Como las compra todo el mundo: cuando hay rebajas, cuando hay un mercado, cuando se arma una tienda de segundas colecciones de ellos. Lo que hago es ir de a poquito y lo pienso dos millones de veces.
Soy cero impulsiva, compro lo que necesito.
Leí que usás labial desde los 6 años…
Es algo que uso contra la marea. A los 6 años las maestras decían que no lo lleve a la escuela, pero en lugar de llevar a mi muñeca, llevaba un labial en el bolsillo. Me parecía importantísimo. Muchas veces me preguntan cuál es el rojo que uso, pero suelo estar usando seis o siete labiales que quizás me duran dos meses y no es un solo rojo. También los uso de manera desprejuiciada, puedo comprar en una góndola, en un free shop, en una perfumería, es como un test que hago.
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Hablemos sobre tu pelo y maquillaje.
Me corté el pelo a los 12 años, me lo corté más corto a los 21 y nunca más lo volví a dejar crecer. También me hago desastres que oculto muy bien, hasta que voy a lo de Sergio Lamensa. Con el maquillaje, Oscar Mullet y Estefi Novillo me enseñaron a maquillarme en dos minutos y yo hago lo que ellos dicen.
Con todas tu recorridas de café, ¿cuál es el mejor café de Buenos Aires by Ana Torrejón?
Te voy a decepcionar. Yo nunca me mudo a un lugar donde no tenga un bar en la esquina, porque voy a tomar un café afuera todos los días y un solo bar no me alcanza. Los lugares que me gustan son donde uno puede estar solo, donde hay poca intromisión y podés leer, escribir. Me gusta El Banderín que es un lugar tradicional, el café Roma, Los Galgos, La London que es donde iba Cortazar, el Tortoni en Avenida de Mayo, el Petit Colón, Los 39 Billares en la Avenida de Mayo. Mar Azul, que es un barcito que queda en Viamonte y Rodríguez Peña, El Gato Negro. Lamento lo que pasó con La Paz, La Ópera, La Giralda y Las Violetas, en Avenida Rivadavia. Y un templo para mí es el Florida Garden. Tengo un acervo enorme de bares y confiterías y voy a pasar un momento, me gusta caminar por toda la ciudad.
LB QUIZ
Un ícono: Podría decirte mujeres icónicas, que tengo montones, pero hoy te voy a decir Alicia Penalba, escultora argentina
Una ciudad: Buenos Aires
Un hotel: Eden, en Roma
Una película: El rayo verde, de Rohmer
Un libro: Memorias de una joven formal, de Simone de Beauvoir
Un perfume: Gardénia de Chanel
Un labial rojo: Cualquiera de Chanel, siempre son mis favoritos
Un café: El Café de Flore, en París
Una golosina: Chocolate al 70% como mínimo