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TREND ALERT: ESA TIPOGRAFÍA ME SUENA, O POR QUÉ TODAS LAS MARCAS DE LUJO SE PARECEN ENTRE SÍ

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Por Cata Greloni Pierri

Antes, las shopping bags de las etiquetas más importantes de la moda eran distinguibles a la legua por su clara impronta; hoy, en pos de modernizarse, todas las firmas usan la misma fuente para ser fáciles de reconocer. Análisis de los tiempos que corren.  

 

¿Cómo es que los logotipos de marcas tan diversas como Yves Saint Laurent, Burberry y Balenciaga tienen hoy la misma fuente Sans-Serif en negrita? Es probable que los más fanáticos de la moda ya hayan visto esta discusión dando vueltas por internet o a través de memes, pero John Whelan analizó este factor más en profundidad para el sitio especializado Business of Fashion.

 

Para los que no están al tanto, muchas de las marcas de lujo como Balenciaga, Celine, Berluti y Balmain, entre otras, sorprendieron con logotipos con una contundente uniformidad en el estilo de la marca. Estos cambios surgieron en los últimos años, justo en los que mayores cambios de directores creativos hubo y en un momento en el que las marcas se alejan del bagaje identitario de cada etiqueta para volcarse más hacia el streetstyle y al ready to wear.


En el artículo de Hypebeast los creativos especialistas en marcas señalaban que esta tendencia se debía a una “utilidad moderna” donde los logotipos aparecen más limpios y legibles y que se adaptan a una gran variedad de medios. Pero, como señala Whelan, la homogeneidad en una industria creativa tan global como la moda es sumamente peligrosa.


Virgil Abloh señaló a estos tiempos de cambio como un “renacer de las etiquetas de lujo donde cada director creativo puede elegir el porvenir estético” de ellas, en comparación con otros tiempos donde los fundadores de estas firmas pertenecían a una élite cerrada y antidemocrática.  


Si bien es cierto que las firmas fueron lideradas por un grupo de hombres blancos, que podrían considerarse un patriarcado en el lenguaje moderno, los precios de los productos de lujo de estas casas no inspiran aires de democracia o de mayor accesibilidad al público. Y menos si todas estas marcas andan estampando sus logotipos con la misma fuente moderna Sans Serif.


Es imposible pensar en el pasado en un diseñador afrodescendiente como director artístico de Louis Vuitton, una mujer al mando de Christian Dior o un desfile de Couture como el que Valentino ofreció la semana pasada. Sin embargo, estos cambios de marca son sintomáticos de un grupo corporativo conservador, que se disfraza de justicia social.

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John Whelan concluye que si la industria desea fomentar una diversidad de ideas, y no solo la “diversidad” en las comas invertidas de la marca de Abloh, entonces debe pensar más detenidamente en qué es lo que hace tan especial a cada una de estas firmas de lujo y bucear en las características de su identidad. “El camino al infierno está lleno de buenas intenciones, y el deseo de alcanzar un tono revolucionario en estos cambios de marca es palpable. Para la industria de la moda, sin embargo, el infierno podría ser 50 sombras menos oscuras y ambivalentes”, señala.

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