Por Cata Greloni
Ya pasaron dos décadas del disco pop que marcó la carrera del cantante de la ceja con forma de punto y coma y en Le Banana te contamos por qué tenés que (volver a) escuchar Mar.
“¿Sabrá tu novia que escuchamos Morrissey?”, se preguntaba Leo García hace 20 años en el primer corte del álbum Mar, que ayer cumplió 20 años y sonaba incansablemente en radios, MTV, supermercados, boliches y en todos lados. En esta canción, subestimada tanto como al cantante de la ceja cortada como un punto y coma, Leo dejaba perplejo a medio mundo: ¿A quién le habla? ¿Su amante es mujer u hombre? ¿Son amigos entre los tres? ¿Con quién habla mal de su amante? ¿Qué disco le regaló Leo a este sujeto? ¿Cómo es que ella no sabe de Morrissey, si hasta conoce a Bjork, Moby y Beck?
La cuestión es que la canción se hizo tan popular que llegó a ser coreada hasta por el propio Morrissey en un recital suyo y en 2002 la revista Rolling Stone, en colaboración con MTV, la consideró como una de las 100 canciones más destacadas del rock argentino.
En 14 canciones y 37 minutos, Leo García se explayaba, a sus 30 años, con una prosa fantasiosa y de desamor que arrancaba con el crujido de las olas de “Isla”, un track surrealista donde Leo se peina los pies al compás de una guitarra criolla, weapon of choice que maneja con maestría, y tira frases increíbles como “un gran incendio de vidrios”, que luego dialoga con la canción “Humo”: “Debe haber olor detrás del vidrio”. En el videoclip de “Isla”, dirigido por Claudio Divella, se lo ve bailar en un playa con unas remeras de estampas digitales que ya quisiéramos tener.
Hoy se cumplen 20 años del lanzamiento de MAR mi gran álbum producido por Gustavo Cerati, hermosos recuerdos de un equipo de gente brillante que hicieron posible ese momento bisagra! pic.twitter.com/FcjHWXMnlW
— Leo Garcia (@leogarciapop) January 6, 2021
Con arreglos, guitarras y producción artística de Gustavo Cerati, amigo y maestro de Leo, letras de García y Pablo Schanton (también colaborador de Cerati en Bocanada, de 1999) y sintetizadores de Leandro Fresco, entre otros, este disco es un diamante en bruto a la vista, pero el poder melódico y cancionero no fue comprendido o apreciado por muchos, así que aquí nos proponemos reivindicarlo entre nuevas generaciones. “Yo hago el amor por amor al arte y no me entiende, pero es una belleza/ Una belleza para mí (… )y nadie me entiende”, cantaba en la tercera canción del disco. Nosotrxs te entendemos, Leo.
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Las olas y horizontes atraviesan cada canción y tristeza de esta obra. En “Nadie Salva”, García combina guitarras y sintes con un beat para el estribillo que parece salido de un pianito Casio Magical Light, pero este efecto no le quita ni un poco de drama. En 160 segundos, el cantante nos introduce en la “soledad sola, si ausente”, para encarnar la desesperanza total.
Leo transita en Mar todas las emociones que puede provocar el desamor y el tránsito de un duelo: tristeza (“Nadie Salva”), pena (“Eco”), negación (“El Amor Es Ciego”), despecho (“Morrissey”, “Por Qué”), el recuerdo con cariño al sujeto deseado una vez superada la tormenta. Sin embargo, el pibe de Moreno -que este año cumple 50- no se queda en aquella oscuridad y avanza hacia una posible salida. Casi en el cierre del disco, García cambia de plumaje y levanta vuelo de sus cenizas para cantar “Sentir lo que es morir y renacer”.